2 sept 2007

Lo Nocturno

Acá no es de día ni de noche. No hay tal luz. Sólo reflejos mínimos para que te puedas percatar de los muros, secos y amarillentos, escasos de algo más que una planicie indescriptible.

Sabes que es de mañana por los olores de afuera, que te comienzan a llamar de tu lado más sonámbulo, de tu ser falaz, de tus sueños ya no tan irreales. El olor a pasto y mala hierba, puede ser de uno de los patios, o de la salida, o de la entrada, o de un ventanal que se aleja a una altura que no puedes llegar porque que no puedes escalar los muros de las paredes. Cuando lo intentas, comienzan a crujir por tu peso y se rompen si llegas a escalar.
He estado aquí menos de una semana. Lo recuerdo, porque lo tengo apuntado, al menos cada vez que despierto por ese aroma, trozo un pequeño hilo de mis pantalones y lo amarro en una cuerda que llevo en la bolsa del pantalón, me ayuda a esperanzar mi desolación, me hace creer que aquí se puede medir el tiempo.

Poco a poco he notado que el silencio en este lugar resulta un tanto perturbador, ni el aire, ni el crujir de los muros, ni el pasar de mis pasos, casi nada es escuchado en este lugar, todo es un silencio cautivo y sin pesar, relaja y perturba de manera aleatoria mientras uno comienza a correr por los pasillos, como desenfrenado, como desesperado intentando huir de este lugar, de este sueño. Nunca se ha despertado, aparentemente.

Lo intrigante es que aquí no hay luz y uno puede ver perfectamente, quizás sea porque no hay mucho que ver ni hacer en este lugar, todos los cuartos son muy similares ente si. La orientación parecía ser algo congruente, pero, desde la entrada a esta casa dejó de haber un norte o un sur. Todo pasa porque aquí las cosas no son fijas. He pensado que el mundo lejos de esta casa es el que es deshonesto, pienso ahora que en esta casa uno es el que deja de estar fijo y comienza a moverse realmente, el problema es percatarse de la inmensidad de la casa. En este lugar uno descubre que el mundo de afuera así es, solo que mas hipócrita. Pretende definir, garibolear, hacerte creer, cuando en realidad, vagas solo en él, sin alcanzar ventanas, o sin descubrir lo que realmente buscas.

¿y Hor?
No he visto rastro de él, pienso que alguna vez también paso por este lugar, pero ahora no veo registro de algún otro ser en esta casa, al menos no Hor.

¿y los seres?
Son muchos. Pero son sólo compañeros de viaje. La lámpara del recibidor, la puerta, las sillas viejas y tiradas con dos o tres patas, los marcos, la puerta que abre al salón principal, y luego, interminables salones principales en los que deja de haber sentido, y en los que deja de haber congruencia, todos con muebles parecidos, con muchas puertas, con distintas formas.

El lugar es como un sueño, como algo que no acaba, como algo neutro y nocturno. No es constante, hace que olvides tus pasos, y tus ideas. Te penetra una sensación de necesidad y ansiedad, te comienzas a desvanecer, y vuelves a despertar a la siguiente mañana, con el olor del pasto, o con un vestigio de luz. En algunas gavetas hay comida. En otras, algunos consumibles. Por la sed, todavía no me preocupo, siempre he sabido que los muros de esta casa curan el hambre y la sed. No he visto muros mordisqueados, ni excrementos. Los míos los guardo bien.

Actúo todavía como si estuviera afuera de este lugar, pero porque quiero mantener mis ideas, porque no quiero perder mi soga, y porque creo pensar o saber que el tiempo en esta casa se puede contar, y que los 21 nudos de la cuerda en mi pantalón señalan las tres semanas que he estado aquí.

2 comentarios:

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Unknown dijo...

removiste ecos de vidas pasadas, fue como estar encerrada en la enorme casa de béistegui, ya sabrás, asi que siéntete culpable de mi pequeña crisis de claustrofobia jajaja narrativa impecable, por cierto