31 ago 2007

El Primer Paso...

El otro dia, ese que no se si ha sido o fué ayer, o está siendo ahorita; ese, el otro dia que será cuando ya ha sido o biceversa; entré a la casa de Hor. Lo supongo porque mi paso me ha regresado a la entrada y he visto aquel paisaje que caminé para llegar a ella. Creo que dejé la puerta abierta, o quizás nunca estubo abierta. La puerta estaba, de eso estoy seguro, pero son detalles en los que uno no se puede fijar cuando entra en esta casa.

El primer paso en ese lugar siempre es ilusorio, como todo en el lugar en dónde me dijeron que vivia aquél Hor, que yo creo como un ser de cabeza similar a la mezcla de algún equino con un bovino, cuerpo antropomorfo, con cola, pies con pesuñas, con orejas muy grandes tapadas con una especie de membrana delicada y enorme, ojos saltones y con cataratas (cómo estando ciego), y con la boca abierta casi en su totalidad con las cuerdas vocales casi de fuera (junto a los dientes) con lo que vibran con facilidad para hacer un ruido casi inperceptible.

Alli no se sabe nada, y en realidad la realidad no es definible (no muy diferente que afuera de este lugar). Tambien me dijeron eso. No hay mucha diferencia, y por eso he supuesto que he entrado. La primera prueba para entrar a ella (si es que hay pruebas) quizás sea pensar que se está retrocediendo, o que no se está adentro. Pero cuando se vé para atrás se ve el camino por el que se ha llegado: la nada. No hay muchas opciones, pero al entrar, quizás pase lo mismo que al salir, asi que mi primer paso (retroceder al lugar que creí que era la entrada) no suena descabellado. Regresar parecería más sencillo, pero ya he pasado por ese lugar antes y la verdad ya no recuerdo ni cómo llegar a él.

Por otra parte, las orillas son de baldosa minuciosamente laborada, casi brillante en este lugar en el que la luz carece de importancia porque no se puede discernir entre ella misma y la oscuridad de los lugares. Quizás antes o después, en otro tiempo, esa baldosa lucía muy bonita, como rodeando el jardín de la entrada que quizás estubo o estará.

Hablo en este raro pasado-futuro, porque aqui el tiempo carece de importancia y sentido, no se tiene la seguridad de que se está; sólo me preparo para ver si puedo seguir aquí, sin sentido, sin vector de tiempo en mi espacio de m/n dimensiones.

Los ventanales se han visto a lo lejos, con una minuciosa colocación para que la altura a la que se esté, siempre parezca lejana, pero alcanzable. Eso quizas sea otra ilusión de la casa, o de Hor, o de las baldozas que se hacen cada vez más amorfas y menos bellas.

He visto varias puertas, y para cuando me asomo a ver a dónde llevan, me percato que son la entrada y que no me he movido de ella, como si cada paso que diera, me llevara a aquel lugar, a aquer primer paso del que comencé hace ya rato.

Uno aprende a no desesperarse en este sitio, es peligroso, tienes que ser persistente y tener tu alma dedicada a lo que se puede dedicar, la fortaleza de no caer derrumbado por la paranohia u otros conceptos; es un ejercicio que no termina nunca, porque tampoco ha empezado. ¿Y cómo va a empezar si a cada paso llego al mismo sitio?

Difra me dijo que es un poco porque evado. Yo, o el no yo que soy yo, o que es él que no soy yo pero que está en eso que parece ser mi cuerpo, piensa que es porque existen mecanismos demaciado elavorados en su cabeza que lo o me obligan a siempre evadir. Pero no he querido, o no me he dado la oportunidad de analizarlo, y cuando llego a alguna conclusión, me siento a hacer otra cosa, como evadiendo ese pensamiento que se que era una guia para una respuesta, y lo olvido. Es por eso que no es importante el tiempo en este lugar.

Me senté un rato a dormir para saber si ya habia entrado, y desperté en el mismo sitio, con el piso de bonitas baldozas rodeando ese interminable pared, que cuando da vuelta te deja en el mismo lugar del que saliste; que si ves una puerta diferente, es como de salida, y que si volteas para ver dónde estás, es la entrada; como cuando vas a dar el primer paso y no te animas, o al darlo, eventualmente llegas al mismo punto.

28 ago 2007

La Entrada

Quien sabe cómo, o cuándo, o dónde. Quién sabe muchas cosas, y sabe todo, por lo que no sabe nada.
Nada sabe a lo que Hor come, ese sabor que es indescriptible e insaboro para los que somos. Hor es quien es, Hor solo está en este lugar, y nadamás.

Empezó saliendo, huyendo de una mentira, huyendo de sus sueños y sus pesadillas. A veces las recueda como bagos instantes con estructura y emoción. A veces lo hace con mucho miedo, como si despertara con un fantasma en la cabeza que lo estubiera torturando.

De Hor no hay mucho que hablar porque él no habla, susurra, y de él no queda mucho al menos no de su pasado. De su presente sólo se acuerda que vive por esa inercia que lo sigue persiguiendo. Se sabe dentro de un lugar al que no recuerda o que quizás se modifica a su paso, él lo modifica y la casa está viva porque él está alli. Su asolación lo ha vuelto algo diferente, lo ha transformado, ya no habla, sólo susurra cosas hermosas e indescriptibles para los que somos, para los que lo podemos oir a lo lejos, como un susurro ínfimo del viento cuando choca entre si, muy tenue, muy melódico, como el choque de dos estrellas en el infinito, como el sonido que cruzó el todo, y al fin, despues de una infinidad de tiempo, se llegó a escuchar, con la menor fuerza posible, como el susurro de Hor, que apenas se oye.

En esta casa las cosas pasan como en un laberinto, como en un lugar en el que no hay salidas. No entras a menos de que puedas entrar, y sólo pude entrar el que ya está adentro de ella. Sólo Hor puede estar en ella. Yo solo lo buscaré, porque quizas esté demaciado solo alli adentro, o porque quizas él sepa como salir de este sitio.

Yo no soy Hor